El gobierno de Estados Unidos ha incrementado su presión diplomática sobre Moscú al acusar directamente al presidente ruso, Vladímir Putin, de bloquear los esfuerzos internacionales por alcanzar una tregua en la guerra que se libra en Ucrania desde hace más de tres años. Así lo afirmó Keith Kellogg, enviado especial de Washington para asuntos relacionados con el conflicto, quien en declaraciones a Fox News sostuvo que el mandatario ruso se mantiene como el principal freno para cerrar un acuerdo que, según él, ya cuenta con un respaldo parcial por parte de Kiev. Kellogg, quien representa al presidente Donald Trump en la estrategia estadounidense hacia Europa del Este, aseguró que las conversaciones para un alto el fuego están en un punto donde "solo falta la voluntad política del Kremlin" para consolidarse. "Estamos cerca. Ucrania está dispuesta, y el marco del acuerdo está sobre la mesa. Pero no podemos avanzar si Rusia no lo está", explicó. El enviado también recalcó que, contrariamente a la percepción dominante, los mayores costos humanos y estratégicos de prolongar la guerra recaerán sobre Rusia. "Los ucranianos no están ganando todo lo que desean, pero están en una posición fuerte. Son los rusos quienes seguirán perdiendo si esta situación se prolonga", advirtió. Según Kellogg, Ucrania ha aceptado las condiciones para una tregua integral, que incluiría la suspensión de hostilidades en los frentes marítimos, aéreos y terrestres por un mínimo de 30 días, con posibilidad de extensión. Este paso, considerado por Estados Unidos como una muestra de apertura y pragmatismo por parte de Kiev, contrasta —según el análisis de Washington— con la postura del Kremlin, que seguiría apostando por una estrategia de desgaste sin avances diplomáticos tangibles. El diplomático subrayó que cualquier solución negociada exigirá concesiones por ambas partes. “Nadie va a obtener todo lo que quiere, pero este acuerdo es equilibrado y ofrece una salida digna a una guerra que ha dejado más de un millón de bajas combinadas”, indicó. Kellogg añadió que tras más de mil días de combates, el agotamiento en el terreno es evidente y la prolongación del conflicto no garantiza mejores resultados, ni militares ni políticos, para ninguno de los bandos. La posición estadounidense se inscribe en un contexto de creciente presión internacional para buscar una salida negociada a un conflicto que ha remodelado el equilibrio geopolítico europeo y debilitado a múltiples niveles las economías involucradas, particularmente la rusa, golpeada por sanciones internacionales y el aislamiento diplomático. Mientras tanto, en Moscú no ha habido una respuesta oficial a las declaraciones del enviado estadounidense, aunque expertos internacionales coinciden en que cualquier proceso de negociación viable requerirá no sólo el consentimiento de Putin, sino también un cambio en la narrativa interna del Kremlin, que hasta ahora ha justificado la prolongación de la guerra en términos de seguridad nacional y resistencia al intervencionismo occidental. El escenario que se vislumbra es aún incierto. Pero con el desgaste acumulado, la presión de aliados y la creciente impaciencia de las poblaciones afectadas, los próximos pasos en el tablero diplomático podrían ser decisivos para definir si la guerra en Ucrania se aproxima a su desenlace o entra en una nueva fase de estancamiento prolongado.