En un nuevo capítulo del retorno forzoso de ciudadanos venezolanos desde el extranjero, un vuelo de la aerolínea estatal Conviasa aterrizó este miércoles en el Aeropuerto Internacional de Maiquetía Simón Bolívar, transportando a 174 migrantes repatriados desde Estados Unidos. La aeronave, un Airbus 340-200, hizo escala previa en Honduras antes de arribar a las afueras de Caracas, según informó la televisora oficial Venezolana de Televisión. El contingente, conformado por 145 hombres y 29 mujeres, eleva a 2.731 el número total de venezolanos devueltos en el marco de estas operaciones de repatriación, que se han intensificado desde el inicio del segundo mandato del presidente estadounidense Donald Trump, el pasado mes de enero. Las cifras incluyen tanto a los deportados directamente a Venezuela como a quienes fueron redirigidos a través de Honduras o regresaron voluntariamente desde México. A su llegada, los retornados fueron recibidos por el ministro de Servicios Penitenciarios, Julio García, acompañado de efectivos militares y agentes policiales. Sin embargo, ninguna autoridad ofreció declaraciones detalladas sobre las condiciones del traslado o los protocolos de recepción. De acuerdo con los medios oficiales, los migrantes serán sometidos a un proceso de verificación por parte de varios organismos del Estado, aunque no se ha especificado la naturaleza de dichos procedimientos ni el seguimiento posterior a su reintegración. Este vuelo se inscribe en una estrategia más amplia de control migratorio en la región y pone en evidencia las crecientes tensiones diplomáticas entre gobiernos latinoamericanos. En paralelo, ha cobrado notoriedad una reciente oferta del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, quien propuso al gobierno de Nicolás Maduro un intercambio humanitario: repatriar a 252 venezolanos detenidos en su país a cambio de la excarcelación de presos políticos en Venezuela. La propuesta fue rechazada por Caracas, lo que desató una fuerte reacción del mandatario salvadoreño. Bukele no tardó en expresar su descontento, acusando a Maduro de falta de compromiso con sus propios ciudadanos. A través de redes sociales, el líder centroamericano puso en entredicho la sinceridad del gobierno venezolano, afirmando que sus gestos públicos, como la recepción de familiares de los detenidos en el Palacio de Miraflores, son parte de una estrategia mediática sin intención real de diálogo. El continuo retorno forzado de migrantes plantea serios desafíos para un país que ya enfrenta una profunda crisis económica y social. A medida que los flujos migratorios y las deportaciones aumentan, la presión sobre las estructuras estatales y comunitarias venezolanas se agudiza. Las próximas semanas serán claves para observar cómo el gobierno de Maduro gestiona estas llegadas y si adopta medidas que faciliten una verdadera reinserción o si, por el contrario, mantiene un enfoque estrictamente securitario y administrativo.