Los cuerpos de Ana Mercedes Capetillo Savón, de 33 años, y Leydi de la Caridad Rodríguez Acosta, de 36, ambas cubanas, fueron entregados este miércoles a sus familiares en Chiapas, México, tras ser halladas desmembradas en un corral abandonado en la zona alta de Tapachula, una ciudad fronteriza con Guatemala que frecuentemente sirve de paso para migrantes en su camino hacia Estados Unidos. Una ruta migratoria marcada por el peligro Según las primeras investigaciones, las dos mujeres fueron secuestradas por un grupo armado mientras se hospedaban en un hotel en Tapachula. Posteriormente, fueron trasladadas a un lugar desconocido, donde los captores exigieron un rescate a sus familias. En un video desgarrador difundido antes de su asesinato, Ana Mercedes suplicó a sus seres queridos que pagaran el dinero solicitado. Sin embargo, al no recibir el monto exigido, ambas mujeres fueron brutalmente asesinadas. Los restos de las víctimas fueron encontrados el pasado viernes en la carretera que conecta el cantón Pumpuapan con Nueva Granada, un área rural de difícil acceso. Un motociclista identificado como Julio Alberto, de 18 años, fue testigo de la escena del crimen mientras transitaba por la vía, pero fue ejecutado a tiros por los delincuentes, quienes buscaban eliminar cualquier evidencia o testimonio del macabro acto. La entrega de los cuerpos y la consternación de las familias Tras ser identificadas por la Fiscalía de Distrito Fronterizo en Chiapas, los cuerpos de Ana Mercedes y Leydi de la Caridad fueron entregados a sus familiares gracias a los trámites realizados por una funeraria local con poderes notariales otorgados por los dolientes. El traslado de los restos para su sepultura ha marcado el cierre de un capítulo doloroso, pero no ha mitigado la indignación y el sufrimiento de sus seres queridos. Este crimen es una muestra más de los peligros que enfrentan los migrantes en su travesía hacia el norte. Tapachula, ubicada en la frontera con Guatemala, es uno de los puntos más críticos de la ruta migratoria, donde miles de personas quedan expuestas a la violencia, el crimen organizado y la explotación. Una ruta mortal para los migrantes El cruce fronterizo entre México y Estados Unidos ha sido clasificado como la “ruta migratoria terrestre más peligrosa del mundo” en 2022, con un saldo de 686 muertos o desaparecidos, según un informe reciente de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Esta estadística refleja la magnitud del peligro al que se enfrentan quienes buscan un futuro mejor fuera de sus países de origen. El caso de Ana Mercedes y Leydi no es aislado. A inicios de noviembre, se reportó el secuestro del médico cubano Adrián Pupo Ojeda, de 28 años, también en México. Tras varios días en cautiverio, sus familiares lograron reunir parte del rescate exigido, lo que permitió su liberación. Sin embargo, muchos otros no corren con la misma suerte, quedando a merced de redes criminales que operan con total impunidad. Un llamado urgente a la acción El asesinato de estas dos mujeres cubanas resalta la urgente necesidad de abordar los peligros que enfrentan los migrantes en su tránsito por México. Organizaciones de derechos humanos y líderes comunitarios han reiterado el llamado a las autoridades mexicanas e internacionales para que refuercen las medidas de protección, desmantelen las redes criminales y garanticen un tránsito más seguro para quienes buscan una vida mejor. Mientras tanto, las familias de Ana Mercedes y Leydi, así como la comunidad migrante en general, enfrentan el dolor y la inseguridad de un sistema que, lejos de ofrecer refugio, deja a los más vulnerables en manos de la violencia y el abandono.