ROMA — El Papa Francisco fue dado de alta este domingo del Hospital Gemelli de Roma, donde permanecía ingresado desde el pasado 14 de febrero por una infección respiratoria. El Pontífice abandonó el centro médico en condiciones clínicas estables, según reporta Europa Press, y realizó un breve saludo a los fieles que lo esperaban antes de regresar al Vaticano. A las 12:02 del mediodía, el Papa apareció en una de las ventanas del hospital, saludando a las aproximadamente 3.000 personas congregadas en las inmediaciones. Visiblemente emocionado, y aún afectado por una leve tos, Francisco agradeció el respaldo recibido durante su convalecencia. “Gracias a todos”, expresó, dirigiendo gestos de afecto a los presentes. Antes de regresar a su residencia habitual en la Casa Santa Marta, el Pontífice se dirigió a la Basílica de Santa María la Mayor para rezar, como ha hecho en ocasiones anteriores tras eventos médicos significativos. El trayecto duró poco más de media hora y fue acompañado por una caravana de vehículos policiales que escoltaron el coche en el que viajaba, donde se le vio saludando desde el asiento del copiloto. El Papa había sido ingresado inicialmente por una bronquitis, aunque el equipo médico posteriormente diagnosticó una infección polimicrobiana que derivó en una neumonía bilateral severa. Según explicaron los facultativos que lo trataron, su vida llegó a estar en riesgo, aunque nunca fue intubado y permaneció consciente y orientado durante toda su estancia hospitalaria. El tratamiento incluyó antibióticos, oxígeno de alto flujo y soporte respiratorio no invasivo. En una declaración emitida el sábado, los médicos señalaron que el Papa sería dado de alta en un proceso calificado como "alta protegida", con indicaciones de continuar una terapia parcial y un periodo de reposo de al menos dos meses. Este plan busca consolidar su recuperación y reducir el riesgo de recaídas, en consideración a su edad y antecedentes médicos. La aparición pública del Santo Padre marca su primera intervención directa desde su hospitalización y ha sido interpretada como una señal de fortaleza y voluntad de retomar paulatinamente sus responsabilidades pastorales. Aún así, se espera que mantenga una agenda limitada durante las próximas semanas, en línea con las recomendaciones médicas. Este episodio pone nuevamente de relieve los desafíos que enfrenta la Santa Sede en cuanto a la salud del Papa, quien a sus 87 años continúa ejerciendo el ministerio petrino con determinación, pese a las crecientes limitaciones físicas. La recuperación de Francisco será observada de cerca tanto por los fieles como por el aparato institucional del Vaticano, en un periodo donde se combinan los compromisos litúrgicos con la necesidad de preservar su bienestar.